Aerolíneas: Incertidumbre en los cielos hasta, al menos, 2023
Pocas veces se había visto un evento tan destructivo para una industria como lo ha sido el Coronavirus para las aerolíneas. Eso, aunque no ha sido el único. Si miramos un poco hacia atrás nos encontramos con el ataque a las Torres Gemelas (2001), SARS (2003) y crisis financiera (2009). Todos eventos importantes, pero ninguno de la magnitud ni la duración de la crisis actual.
No han sido años fáciles. El cierre de fronteras y las cuarentenas configuraron el peor escenario que la industria aeronáutica podría haber imaginado. Una real pesadilla de la que aún no se sale. El consenso es que, siendo optimistas, recién en 2023 podríamos volver a ver números azules para la industria. Eso si es que las variantes no siguen complicando las cosas.
Sin ir más lejos, en estos días se han cancelado alrededor de 3.000 vuelos en el mundo, la mayoría en Estados Unidos. Y la razón no es el temor al virus por parte de los viajeros, si no el contagio en el personal y la tripulación, todo relacionado a la rápida propagación de la variante Ómicron.
Así las cosas, solo para hacerse una idea, mientras en 2020 los pasajeros recorrieron casi 3 millones de millones de kilómetros a nivel global, en 2019 la cifra llegaba a casi 9 millones de millones. La caída fue brusca… 66% en un año. Con esto, lejos la peor parte se la llevaron los vuelos internacionales obviamente.
Como respuesta a esta inédita caída en la demanda, las aerolíneas se tuvieron que ajustar y harto. Las compañías disminuyeron sus flotas, dejaron aviones estacionados por meses y la capacidad de asientos ofrecidos cayó en 57% respecto a 2019.
Sin mucho oxígeno para sobrevivir, un respiro vino de la mano del e-commerce que produjo un aumento en el transporte de carga. A nivel global, los ingresos ligados a esta línea de negocios aumentaron 28% en 2020.
Pero esto no fue suficiente para amortiguar la caída de los ingresos de la industria que en 2020 alcanzaron US$ 373.000 millones. Suena a mucho, pero no lo es si se considera que, en 2019, pre-pandemia, la torta global alcanzaba los US$838.000 millones.
Las pérdidas y bajas de ingresos se vieron reflejadas en los estados financieros de las aerolíneas ya que prácticamente ninguna vio utilidades durante el 2020 y pocas lo están haciendo en 2021. De hecho, del listado de las 50 aerolíneas con mayor participación en el tráfico global solo 18 llevan un flujo de caja operacional positivo en los últimos 12 meses. Dato importante es que casi todo este selecto grupo tiene un foco en vuelos domésticos.
Cuento aparte son las compañías que más allá de los esfuerzos y paquetes de ayuda gubernamentales, debieron acogerse al Capítulo 11 de la ley de quiebras de Estados Unidos, como Latam que hace unas semanas presentó el plan de reestructuración que le permitiría salir de dicho proceso.
Un resurgimiento desafiante
Ahora que se está acabando (esperemos) la pesadilla del Coronavirus con vacunas y tratamientos antivirales de por medio, empieza a aparecer otro fantasma. La reactivación económica y el bajo stock de inventarios ha producido un aumento en el precio del petróleo y, por ende, del combustible de aviones. Un tema no menor si se considera que éste representa el mayor porcentaje de los costos variables para las aerolíneas. Habrá que estar atentos a lo que pase en ese frente.
Así las cosas, una vez que pase la pandemia o que podamos vivir más tranquilos con ella, el próximo gran desafío de la industria será la adopción de combustible sustentable (SAF). Esto hoy es una meta muy lejana porque la capacidad de producción actual solo cubre una parte muy pequeña de lo que se necesitaría para alcanzar una cobertura completa. Además, hay un problema de costos porque actualmente el combustible sustentable es entre 3 y 4 veces más caro que su versión tradicional.
Además, será interesante -y desafiante- ver qué cambios permanentes dejará la pandemia en la demanda. A priori, es probable que el susto a viajar a lugares más lejanos pueda provocar un ajuste de rutas, flotas y modelos de negocios de las compañías.
También todavía es una incógnita saber cuándo se van a reactivar los viajes de negocios y las conferencias que aportan mucho movimiento al mercado.
Pero todo eso es tema del futuro. Por ahora solo preocupa que las compañías sobrevivan de buena forma para poder volver a viajar cortas o largas distancias tal como lo hacíamos hace dos años.