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Con China entre ceja y ceja

Una desaceleración del gigante asiático podría complicar aún más a las economías emergentes que ya están sufriendo las consecuencias de dos años de crisis sanitaria y del alza de la inflación. Pero también hay oportunidades.
Con China entre ceja y ceja
Hanson Lu / Unsplash

Mucho se ha escrito en estos dos años sobre las consecuencias del Covid-19. Y no es para menos, si esta crisis cambió el mundo. Ya no somos lo que éramos hace dos años y es probable que no volvamos a lo que considerábamos normal. Nos hemos tratado de acostumbrar a vivir en un nuevo escenario, pero este no deja de cambiar.

Ahora, la llegada de la variante Ómicron vuelve a desestabilizar las cosas. Aún ni siquiera sabemos qué tan grave será su aterrizaje, si nos complicará la vida ni qué tanto lo hará.

Estamos en un escenario incierto de cara a un nuevo año no sólo desde el punto de vista sanitario.

En este entorno, miro con preocupación la forma en la que China pueda combatir esta nueva variante y las consecuencias que sus políticas podrían tener en la economía de países emergentes como el nuestro.

No es secreto que China es el motor de crecimiento de la gran mayoría de los emergentes por ser un socio comercial relevante. Sin ir más lejos, China es el principal consumidor de, por ejemplo, aluminio, carbón, algodón y soya del mundo. Cada uno de sus movimientos tiene consecuencias. Es por esto que una desaceleración relevante de su economía -los pronósticos ya hablaban de que sólo crecerían entre 4.5% y 5.5%‑ sería un golpe dramático considerando el nivel de estrés actual de varios de estos países.

Con esto en mente, soy de los que tiene entre ceja y ceja cada uno de los movimientos del gigante en diferentes ámbitos.

Hasta ahora China ha enfrentado el Covid -19 con una política de “tolerancia cero” más allá de la cantidad de infectados que tenga: fronteras cerradas, cuarentenas totales y hasta el aislamiento de ciudades. Esto ha afectado el consumo interno, pero también las cadenas de suministro del mundo. Y de eso todos sabemos.

Ahora habrá que ver qué decisiones toma el gobierno de Xi Jinping: si se mantiene en la senda que trae o si opta por medidas menos duras que no tengan un impacto tan grande en la economía. Pese a la expectativa, mi escenario central es que China va a seguir con su política de restricción.

Otro de los desafíos de China está en el mercado inmobiliario. Aquí hay un problema mayor. Hemos escuchado mucho de Evergrande en estos meses. Y aunque ha salido de los titulares diarios, la empresa aún no logra resolver sus problemas. Es más, pareciera ser que es solo la punta del iceberg de un sector que representa, al menos, el 30% del PIB de China.

La necesidad de reestructuración es evidente, y un gran dilema para el gobierno chino está en que por un lado no quiere entregar al mercado la señal de que siempre va a salir al rescate, pero por el otro quiere evitar que millones de personas pierdan lo que han aportado para compras de casas o departamentos que nunca verán la luz.

A lo anterior hay que agregarle los impactos secundarios que los problemas del sector inmobiliario pueden tener en los bancos y en el sistema financiero chino como un todo.

Por otra parte, también generan incertidumbre las nuevas regulaciones que se han impulsado. En especial aquellas que han tenido como objetivo las compañías de tecnología. Esto no solo ha afectado profundamente a grandes líderes tecnológicos chinos como Alibaba, Tencent, Meituan o Didi, sino que también ha llevado a que algunas empresas internacionales hayan salido de China a raíz de estos cambios. LinkedIn, Fortnite y Yahoo! fueron los últimos en hacerlo.

Considerando que la solución en China para muchos problemas va por el lado de las restricciones, es inevitable que a los inversionistas occidentales eso les genere ruido.

Además, aún estamos todos esperando a ver el avance -o retroceso- en las relaciones entre China y Estados Unidos. Muchos tenían esperanzas en que con la llegada de Joe Biden a la presidencia las cosas mejoraran y la relación empezara a fluir. Sin embargo, aún hay temas pendientes. Los cambios en ese frente, también tendrán consecuencias en el resto de las economías del mundo.

Hacia el futuro

Los desafíos son grandes y la incertidumbre no es menor. Sin embargo, todo esto también se puede mirar como una oportunidad de inversión. El mercado, en general, ya tiene internalizadas parte de estas variables y así lo demuestra el desempeño de los principales índices accionarios de empresas chinas que desde febrero de 2021 vienen bajando de forma importante. Básicamente en respuesta a lo que ha estado pasando. Por ejemplo, el Hang Seng Tech ha caído 49% en el periodo y el MSCI China acumula en el mismo periodo una baja de 35%.

Sin embargo, no hay que perder de vista que evitando sectores complejos como, por ejemplo, el inmobiliario que tiene una carga negativa muy grande y queda mucho por avanzar, es probable que China presente buenas oportunidades de inversión en los próximos dos años porque las compañías son grandes y atractivas, y porque no hay que perder de vista que estamos frente a la que será la economía más grande del mundo.