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Un año de guerra en Ucrania…

El próximo 24 de febrero se cumple un año desde el inicio de la invasión de Rusia a Ucrania.
Un año de guerra en Ucrania…
Photo by Ian Betley / Unsplash

Pocos imaginábamos volver a ver una guerra en Europa y, probablemente muchos menos, que durara un año. Pero la realidad nunca deja de sorprendernos. El ejército ruso se ha visto mucho más ineficiente de lo que el mundo esperaba, la OTAN ha mostrado un grado de unidad no esperado y se ha fortalecido con los ingresos de Suecia y Finlandia, y las fuerzas ucranianas no dejan de sorprender en el campo de batalla. La consecuencia de todo esto es que el conflicto se ha ido extendiendo.

Si bien la guerra y su extensión han sido una sorpresa para muchos, el impacto económico a nivel global también lo han sido, pero en otro sentido. Los efectos desde el punto de vista económico hoy se ven bastante marginales. Muy lejos de lo que se esperaba en los últimos días de febrero de 2022.

Hace un año los bancos centrales del mundo desarrollado estaban empezando a darse cuenta que la inflación, lejos de ser un tema transitorio, era algo de lo que tenían que preocuparse con urgencia. Nos estaban preparando para lo que terminó siendo, al menos en el caso de la Reserva Federal de Estados Unidos, el período más agresivo de alzas de tasas de interés de los últimos 40 años.

En ese entorno, la guerra presagiaba agravar las cosas aún más al hacer subir el precio de varias materias primas como el petróleo, el gas y el trigo de forma muy relevante. Además, estaba la amenaza de posibles cortes de suministro por ejemplo de gas y petróleo a Europa. Incluso se hablaba de hambrunas en algunos lugares del mundo por la imposibilidad de Ucrania de exportar alimentos como el trigo debido a los bloqueos de sus puertos.

Sin embargo, hoy, a casi un año del inicio del conflicto, más allá de las fronteras de Ucrania, es poco el impacto económico que ha sentido el resto del mundo. ¿Por qué?

Partamos por ver algunos números para dimensionar lo que estamos hablando.

Desde los días anteriores al inicio del conflicto a sus respectivos peaks que ocurrieron entre marzo y junio del 2022, el precio del petróleo subió 33%, el trigo 57% y el gas 85%.

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Hoy, estas materias primas se encuentran, respectivamente, 15%, 6% y 44%, por debajo de los precios que tenían cuando empezó la guerra.

Las razones detrás de esto están en que:

1. Los seres humanos tendemos a proyectar linealmente dejándonos influir mucho por el corto plazo. Eso, en este caso, solo nos permitía ver escenarios catastróficos.

2. Es muy difícil entender sistemas complejos como son la capacidad de adaptación de países, empresas y personas en un mundo altamente conectado.

3. Nunca podemos olvidar situaciones aleatorias que pueden inclinar la balanza en una u otra dirección y las que no tenemos forma de predecir.

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¿Qué llevó a los tres commodities antes mencionados a corregir de la forma que lo hicieron?

No porque haya una guerra la demanda de una materia prima y el incentivo de los productores de satisfacerla cambia radicalmente. El caso del petróleo es un claro ejemplo de esto. Varias cosas han contribuido a equilibrar al mundo dado la guerra y las sanciones impuestas a Rusia producto de ella. Algunos países, como China e India, empezaron a comprar más petróleo ruso a un menor precio, liberando con ello capacidad a otros países que se lo empezaron a redirigir a Europa. Es más, algunos productores árabes le empezaron a comprar petróleo a Rusia para su consumo interno, liberando esa capacidad para ser exportada. Otra estrategia usada es refinar el petróleo ruso, y exportarlo como gasolina donde es más difícil de ser rastreado.

El trigo es una cosecha anual que lleva a productores en otros países a aumentar su producción. Además, se pudo llegar a un acuerdo con Rusia para que permitiera la salida de este tipo de productos de Ucrania, con lo que la dramática caída en producción no ocurrió.

El caso del gas también es bien notable. Todos nos preguntábamos cómo iban a “sobrevivir” el invierno los países europeos. Aquí la combinación de una adaptabilidad rápida en el consumo, el habilitar nuevas unidades de GNL y una gran dosis de aleatoriedad dada por un otoño y un invierno mucho más cálido de lo esperado. Eso ha hecho que el equilibrio oferta / demanda haya sido muchísimo mejor a la esperada. Europa pudo acumular reservas antes del invierno y gastarlas a una velocidad mucho más lenta con la consecuente caída en los precios de este commodity.

No podemos dejar de sumar a todos lo anterior que durante todo este período China estaba con su política de “Cero Covid”. Esto se tradujo en que el crecimiento de ese país en vez de ser el proyectado 5,5%, fuera de 3,0%. Esto restringió la demanda de ese país de estos y muchos productos más.  Y no solo China se desaceleró. El resto del mundo también lo fue haciendo en la medida que los bancos centrales fueron subiendo la tasa de interés para controlar la inflación.

La guerra en Ucrania y sus consecuencias económicas son una gran lección para todos respecto a las dificultades que tenemos para “predecir” el futuro. Son demasiadas las variables y la aleatoriedad juega muchas veces un rol demasiado importante.

¿Qué podemos esperar si este conflicto continúa uno o más años?

Primero, no olvidemos la lección que acabamos de aprender: el azar va a seguir siendo un variable relevante.

Sin embargo, dentro de lo que podemos ver que ha cambiado podemos nombrar que Europa con cada día que pasa avanza a ser menos dependiente de Rusia,  que China está dejando atrás su política de “Cero Covid”, que  varios países del mundo van a entrar en recesión este año, que los nuevos equilibrios de oferta y demanda de petróleo y gas se están asentando, y que no podemos olvidar una lección que nos ha enseñado la historia que es que a medida que este tipo de conflictos se extienden cada vez impactan menos al resto del mundo ya que se empieza a “prescindir” de esos países. En este caso en particular hay que recordar que Ucrania pesa 0,3% en el PIB mundial y Rusia 3,2%. Eso sí, con las sanciones Rusia ha ido quedando cada vez más aislada y su influencia directa en el mundo es aún menor.

Por todo esto es que creo que, excluyendo un escenario en que la guerra se extienda a otros países o tome un curso nuclear, el devenir de los mercados durante el 2023 no va a estar marcado por este conflicto.

*Este comentario fue un aporte para la elaboración del siguiente artículo en La Tercera - Pulso (18 de febrero de 2023)