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Que comiencen los juegos

Innovación y reciclaje a disposición del deporte mundial.
Que comiencen los juegos

Bien sabemos que los Juegos Olímpicos de Tokio deben ser de los más anormales de la historia. El mayor evento deportivo internacional, que ha comenzado un año después de su fecha original, ha sido duramente criticado por realizarse en medio de la crisis sanitaria. Sin embargo, estemos de acuerdo o no, los juegos ya están en marcha y  han traído sorpresas positivas.

Innovaciones Olímpicas

Cada cuatro años, el país encargado de realizar los Juegos Olímpicos busca sorprender al mundo entero intentando mejorar la performance del organizador anterior. Lógicamente, sin público en las gradas la tarea se hace compleja, por lo que la tecnología está tomando un rol fundamental con el fin de acercar el espectáculo a los hogares.

¿Pasó algo?

El comité olímpico está logrando llevar el espectáculo a un siguiente nivel. Con una ceremonia de inauguración con más de 1800 drones, seguimiento de atletas en 3D, repeticiones con video 360, inteligencia artificial e infraestructura 5G, Tokio 2020 (mantuvo su nombre original) está llamado a ser el punto de inflexión para la transmisión deportiva.

Dentro de las innovaciones tecnológicas más interesantes, la audiencia podrá ver desde sus casas las variaciones en los latidos del corazón y la carga adrenalínica de los atletas.  Además, la tecnología 3DAT de Intel permitirá al receptor ver datos en tiempo real sobre la velocidad que cada atleta va alcanzando.

Por si fuera poco, al más puro estilo de Stephen Curry y Ray Allen, un androide desarrollado por Toyota fue capaz de encestar tres lanzamientos de diferentes posiciones en el entretiempo del partido de Francia vs USA, todos detrás de la línea de tres puntos. Hace 2 años, este mismo robot fue capaz de encestar 2020 tiros libres consecutivos. Pareciera ser que el hijo pródigo de Michael Jordan está aquí.

¿Por qué es importante?

Tal y como sucedió con miles de compañías a principios de la pandemia, este magno evento deportivo tuvo que adaptarse y acelerar su proceso de digitalización. La cantidad de datos que genera cada disciplina hace que esta tarea sea un desafío enorme, sin embargo, esto ha sido posible dado el avance de la tecnología, el uso de la inteligencia artificial y por supuesto el mundo de los microchips.

La otra cara de la medalla

Solo en 2018 el mundo generó 48,5 millones de toneladas de basura electrónica, equivalente al peso de 4.500 torres Eiffel y que en términos de espacio físico podrían llenar Manhattan completamente. Según estimaciones de la ONU, en 2050 podrían existir hasta 120 millones de toneladas de chatarra electrónica y solo el 20% de estos residuos son reciclados.

Estos datos muestran parte del problema que supone la gran cantidad de artefactos electrónicos que se convierten en basura (les dejo este link para más estadísticas). Es por esto que la iniciativa japonesa en los presentes Juegos Olímpicos es una señal que podría marcar un gran precedente.

¿Pasó algo?

"Tokyo Medal Project" es el nombre del proyecto que desde abril de 2017 llamó al 90% de ciudades, pueblos y aldeas japonesas para reunir pequeños aparatos electrónicos, con el fin de conseguir el material suficiente para producir las casi 5.000 medallas de bronce, plata y oro que se reparten en los Juegos Olímpicos.

La campaña fue todo un éxito, se consiguieron alrededor de 80 toneladas de basura electrónica, en su mayoría smartphones (6,21 millones de unidades), que concretaron un total de 32 kilogramos de oro, 3.492 kilogramos de plata y cerca de 2.200 kilogramos de bronce. Montos suficientes para satisfacer la producción de medallas.

¿Por qué es importante?

La basura electrónica contribuye a la aparición de efectos negativos en el medioambiente, pero también supone una pérdida importante de materiales preciosos. De hecho, año a año se estima que el mundo desperdicia alrededor de 62 millones de dólares en este tipo de residuos. Que mejor que darle una segunda oportunidad a artefactos que consideramos basura y transformarlos no solo en motivo de orgullo por una gesta deportiva, sino que también por una hazaña medioambiental.  El triunfo esta vez es de toda la humanidad.