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Vivir sin interruptor

Para casi 800 millones de personas, prender la luz es imposible. La pobreza energética les impide avanzar. El mundo está tratando de buscar soluciones para llevar la electricidad a todos.
Vivir sin interruptor
Photo by Rodion Kutsaev / Unsplash

Prender la luz y poder ver.

Abrir el refrigerador y que todo esté fresco.

Llegar a un hospital y saber que habrá energía suficiente para que, frente a una emergencia, estén los equipos para salvarte la vida.

Lo damos por hecho.

Sin embargo, hay un pedazo del mundo donde todos estos hechos están en el terreno de la incertidumbre.

789 millones de personas viven sin electricidad. En el mundo somos 7.900 millones de personas. Es decir, un 10% no tiene acceso.

En el lado más extremo, están, por ejemplo, Burundi y Chad (África). Ahí menos de un 12% de la población puede prender la luz.

A esta cifra se suman otros miles de millones más que tienen acceso limitado, insuficiente y poco confiable según datos del Banco Mundial.  Y eso genera lo que se llama “pobreza energética”, que tiene consecuencias importantes en el desarrollo del mundo. Básicamente es no tener energía para dar el salto y mejorar.

2 años de retrocesos

Parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS 7) de Naciones Unidas tienen como meta garantizar el acceso universal a servicios asequibles, fiables y modernos de aquí a 2030. También el que la proporción de uso de energías renovables aumente “considerablemente”.

Quedan poco más de 17 años, pero la pandemia puso nuevos desafíos para lograr el objetivo.

Damilola Ogunbiyi trabaja desde la ONU trabaja en el programa Energía Sostenible para Todos. Según ha contado, 150 millones de personas volvieron a vivir en una situación de pobreza extrema por la pandemia.  Para ella eso implica, en muchos casos, que su acceso a la energía para poder vivir, sea poca o nula.

Según un informe de IRENE (International Renewable Energy Agency), la pandemia, las cuarentenas, la interrupción de la cadena de suministros y el redireccionamiento de recursos para combatirla, han afectado la velocidad de los progresos.

Los más afectados, dicen, son los países más pobres que ya estaban muy rezagados en llegar con energía a su gente. Aseguran que parte importante de los 90 millones de personas que en África y Asia habían logrado conseguir acceso a la electricidad, ya no pueden pagar sus cuentas. Un nuevo retroceso.

A esto se suma la guerra en Ucrania que ha disparado los precios de la energía y ha puesto más presión al sector.

Pese a todo, el informe resalta que, en este contexto, han sido las energías renovables las que han logrado destacar a nivel general.

Algunos apuntan a la reducción de costos como un incentivo que ha ayudado en la transición. También a la irrupción de nuevas tecnologías que permiten hacer un uso más eficiente a través de la planificación.

La meta de garantizar el acceso a fuentes de energías renovables está trazada a nivel de organismos internacionales. El problema es que no se establecieron objetivos cuantitativos que hagan fácil la medición.  O sea, en este tema -como en muchos otros- se depende de la buena voluntad y de la visión de gobiernos y empresas. Dependemos de que puedan avanzar en buscar mecanismos y tecnologías que hagan cada vez más posible el que todos los rincones del mundo se iluminen.