No va más
Mi equipo favorito en el fútbol es el Audax Italiano. Esta columna no se trata del sufrimiento constante que me trae esa decisión, se trata de su nuevo auspiciador, betway.
No los conocía, a este punto ya se me confunden (no son los únicos auspiciadores de fútbol nacional). Viendo el partido de Chile, con un amigo empezamos a enumerar todas las casas de apuestas deportivas que estaban haciendo publicidad.
No fue fácil contarlas todas.
Siendo este un libre mercado (y no regulado), que sigan apareciendo nuevos competidores nos indica que la demanda sigue pidiendo nueva oferta.
Fenómeno Mundial
No estamos solos. La industria de las apuestas deportivas está creciendo con fuerza.
En EEUU han estado progresivamente legalizando esta práctica y el crecimiento habla por si sólo.
Les comparto un gráfico de Sportshandle (muy curiosa elección del diseño), que evidencia el crecimiento de la industria en los últimos años.
Lo podemos ver más allá de números y gráficos. El domingo será la versión LVI de uno de los eventos más importantes del deporte estadounidense, el Super Bowl.
El entretiempo de este partido debe ser el más entretenido de cualquier deporte (perdón, señor PF).
Shows musicales muy producidos (Eminem, Snoop Dogg, entre otros), se entrelazan con los comerciales más caros de la historia. Aparecer 30 segundos le cuesta cerca de 6,5 millones de dólares a las marcas que quieren anunciar.
El Super Bowl de este año tiene como característica la presencia de casas de apuestas y compañías de Crypto. Al punto que le están llamando el “Money Bowl”.
Tal es la magnitud, que se puede apostar incluso por los comerciales. Podríamos apostar en cuántos comerciales aparecerá un perro (el promedio los últimos 3 años ha sido 7).
Impacto a nuestras finanzas
Esta industria me preocupa. Cuando hablamos de tomar buenas decisiones financieras, la inteligencia importa poco. Es la premisa del podcast que empezamos con Francisco y sigo confiado en ella. Importan nuestros hábitos y todas las decisiones que tomamos sin pensar.
Las plataformas de apuestas online, y los casinos en general, saben esto muy bien, y afinan su producto para apelar a las partes más primitivas de nuestro cerebro.
Según Nir Eyal en su libro Hooked, una de las claves para engancharnos con un producto son las recompensas variables. Una máquina tragamonedas pasa un buen rato en silencio hasta que genera un shot de felicidad. ¿Cuánto rato pasa? Nadie lo sabe. En las apuestas deportivas tampoco sabremos cuando vendrá el mítico “cueazo”.
Usar estas plataformas como diversión no tiene nada de malo (como ir a ver una película, o pagar la suscripción de Spotify). El problema es que la entretención puede llegar a ser tan buena, que genera una enfermedad, la ludopatía.
No la imagino como el extremo de la enfermedad, una persona sin tener nada que comer tirando de la palanca de una máquina tragamonedas (¿imaginaron algo así también al leer la palabra?).
Imagino a muchísimas personas que normalizan perder plata todos los meses pensando que algún día les va a tocar el golpe de suerte.
Claro, ese golpe de suerte ocurre, y si algún conocido de ustedes ha ganado en estas plataformas, tengan por seguro que se lo harán saber. También conocido como el “sesgo de supervivencia”, escucharemos mil historias de “la vez que le apunté a los cuatro partidos de los cuartos del mundial”, pero difícilmente escucharemos una confesión que diga “perdí la mitad de mi sueldo apostando por un partido de la liga de Turquía”.
El llamado es a que tengan cuidado y recordar que nuestro cerebro sigue siendo propenso a caer en ofertas irresistibles. Si logran ordenarse y tener un presupuesto para el derroche (que nosotros llamamos Agustín), pueden tranquilamente participar del proceso.
Yo, por el momento, me retiré de la mesa.