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La inversionista con la peor suerte

Años de alzas coronados por fuertes bajas. Mirado con lupa, las caídas duelen y harto. Pero, ¿qué pasa cuando miramos el histórico? Las cosas ya no se ven tan mal. ¿O no Sofía?
La inversionista con la peor suerte
Photo by Anne Nygård / Unsplash

Dicen que las cosas malas en la vida vienen de a tres.  No sé qué tan cierto es, pero el dicho me suena más que familiar.

También dicen que no hay mal dure 100 años. Con eso es totalmente de acuerdo.

Hay nerviosismo sobre cómo los mercados se han movidos este año. El mundo está inquieto y eso lo reflejan las Bolsas.

Me llegan muchas preguntas. Algunos hasta me comparten sus gráficos en rojo.

Los entiendo…estamos en las mismas.

Supimos de ganancias y números azules, pero ahora la cosa es distinta. Pero tranquilos, que todo pasa, y una buena estrategia de inversiones los va a ayudar a lograr el objetivo que tienen en su cabeza.

Hace unas semanas les compartí mi experiencia como inversionista para que entendieran la importancia de invertir con disciplina.

Hoy, les traigo la historia de la inversionista con la peor suerte del mundo que ha vivido en carne propia 3 momentos de bajadas abruptas de los mercados.

Para que sigan mejor la historia, les dejo esté gráfico. Les servirá para visualizar lo que les comento:

Nada mejor que un ejemplo para explicar por qué en inversiones es importante mantener la cabeza fría y dejar que el tiempo haga lo suyo.

Aquí les presento a Sofía: una novata en este mundo que hizo su primera inversión hace casi 35 años. Específicamente el 25 de agosto de 1987.

Se asesoró, buscó opciones y tomó la decisión de invertir $1 millón de la época cuando la Bolsa estaba en su mejor momento. ¿Qué podía salir mal?

A los pocos meses vino la primera crisis y el mercado cayó 32,6%. Su primera mala suerte.

La noticia no le cayó nada de bien. Su expectativa era otra, pero ahí dejó su inversión. Le habían dicho que lo peor era escapar y hacer la pérdida. Por suerte escuchó.

Los años pasaron, el mercado se recuperó y llegó a celebrar la entrada al nuevo milenio con casi $16 millones en su cuenta de inversiones sin haber hecho más que tener paciencia. Las cosas iban tan bien que decidió invertir otro millón.

¡Gran decisión!

Pero, reventó la burbuja de las puntocom. Nunca olvidará el 33% que cayeron sus inversiones en julio de 2002. Un nuevo tropiezo…otra mala suerte. Ya van dos.

De nuevo, podría haber sacado todo. Pero escuchó a su cabeza. Su horizonte de ahorro era de largo plazo. Eso ayudó.

A mediados de 2017 sus $2 millones ya eran $17.686.630. ¡Pura felicidad! ¿Quién iba a pensar que después de dos caídas iba a lograr ese nivel de ahorro?

Sofía se entusiasmó y metió otro millón a su cuenta de inversiones para que se multiplicara. Y ahí los dejó.

Periódicamente se metía a su cuenta a mirar los números. Las cosas iban bien hasta que llegó la tercera mala suerte.

En 2007 las cosas empezaron a ponerse complejas en el mercado inmobiliario en Estados Unidos. Tanto, que en septiembre de 2008 el pánico se apoderó de Wall Street. La crisis subprime se desató en cosa de horas. Varios bancos desaparecieron y los gobiernos debieron salir a rescatar a otros. El caos fue generalizado. El mercado cayó 46,6%. Ufff.

Tres caídas, tres malas suertes.

Ya deben estar sacando los pañuelos

Tranquilos. Sofía y sus inversiones están bien.

Si miro cómo van las cosas, incluso con el mercado como está, los $3 millones que ha invertido, ya son casi $107 millones .

¿Cómo es posible?

Súper simple: Sofía siguió su estrategia, aguantó las caídas, dejó que el mercado trabajara, escuchó a su cabeza y permitió que el tiempo hiciera lo suyo.

En estos años su inversión se ha multiplicado 35 veces. Las caídas, a la larga, no la afectaron.

Es más, si sacamos promedios, el crecimiento anual desde 1987 ha sido de 14.08%. Eso es un 0,04% al día. Nada de mal pese a las tres importantes caídas, ¿ah?

Vuelvo al principio y a los dichos populares.

Las cosas “malas” puede ser que no vengan solo de a tres. Probablemente en inversiones tengas más de esas. Pero la buena noticia es que no hay mal que dure 100 años.