Quiero pagar con mi celular y no puedo

Los que somos de región sabemos de la gran diferencia entre ocupar el transporte público en nuestras ciudades y en Santiago. No solo por el “beneficio” de poder parar las micros prácticamente en cualquier lugar (no a muy buenas ganas del conductor), sino porque la forma de pago cambia totalmente.

Olvídense de ocupar una tarjeta de débito para comprar un boleto, menos de la famosísima “Bip!” que es un pago sin contacto. ¿Billeteras digitales en tu celular? Ni hablar. Para pagar, hay que romper el chanchito. Solo efectivo y no se te vaya a ocurrir pagar con billetes grandes…

Así se mueve el mundo

Partamos contextualizando un poco. Las formas de pago en el mundo han cambiado sustancialmente durante los últimos años hacia la digitalización.

Hace 10 años el 75% de los pagos eran en efectivo. Hoy en día, un 42% del sistema de pagos se hace por medios digitales mientras que el 58% se efectúan por medio de pagos en efectivo y cheques.

Las proyecciones nos hablan de que a 2026 ya tendremos un equilibrio entre los métodos de pago, y que al 2031 casi el 60% serán digitales.

Es más, se espera que las transacciones sin efectivo sigan creciendo en el mundo en los próximos años. Un reporte de pagos de Capgemini estima que las transacciones de este tipo crecerán a un 18,6% anual compuesto hacia el 2025.

El público lo pide

El transporte público representa parte importante del cómo nos movemos en las ciudades. Es más, al 2026 el 57% de la población lo usará según datos de Statista.

Su desarrollo está alineado con grandes objetivos de la sociedad como la descongestión del tráfico y reducción de emisiones de dióxido de carbono.

Pero uno de los factores esenciales para impulsar el progreso de estas redes de transporte es que los pagos de los consumidores sean lo más fluidos y eficientes que se pueda. Por eso las grandes ciudades ya han adoptado los pagos digitales. Es el caso de Londres, Nueva York y los Ángeles en 2003, 2006 y 2008 respectivamente.

Aunque al principio estos pagos se hacían mediante un circuito cerrado, es decir, una tarjeta utilizada únicamente para los fines propuestos como es el caso de nuestra Bip!, las cosas han cambiado.  Ahora los sistemas están migrando a un circuito abierto. Ahí los usuarios pueden pagar con sus tarjetas de crédito mediante sus billeteras digitales ya sea con el teléfono o un smartwatch.

Más allá de las grandes ciudades, actualmente más de 300 alrededor del mundo ocupan este tipo de soluciones.

Los usuarios están ayudando a empujar el cambio. Según una encuesta de Visa de julio del año pasado, el 88% de los encuestados requieren que sus sistemas de tránsito locales ofrezcan la opción de pagos y emisión de boletos sin contacto.

Cambiar para mejorar

Mientras se avanza, es inevitable hacerse una pregunta; ¿Puede este cambio significar menor accesibilidad para los más pobres que no tienen acceso a teléfonos inteligentes o tarjetas de crédito/débito?

Se podría creer. Pero Candance Brakewood, profesora de ingeniería civil y ambiental de la Universidad de Tennessee, asegura que, para evitarlo, el cambio debe ser paulatino. Así se evita que exista un impacto desproporcionado en grupos de menores ingresos:

“A medida que se vaya eliminando el efectivo como forma de pago, los operadores deberán expandir las redes de venta de tarifas, con máquinas expendedoras, tokens para cargar tarjeta física o bien directamente pagos sin contacto mediante digital wallet”.

Es importante que el avance en adopción de pagos digitales  en el transporte público vaya de la mano de una mayor penetración de internet, teléfonos inteligentes y bancarización de la población.

Lo bueno es que , al menos en este aspecto, en Chile estamos bien.  En nuestro país la bancarización llega al 73% de los consumidores y la penetración de internet es de sobre el 92%.

Más allá de que estamos en buen pie para dar el salto, adoptar masivamente sistemas de pagos digitales además traería otros beneficios de largo plazo. Y algunos de ellos ya los vemos:

  • Mayor seguridad para conductores, los cuales al no tener que manejar caja, están menos expuestos a escenarios de robo y violencia.
  • Menor tiempo y mayor facilidad en comprar pasajes para los usuarios.
  • Reduce significativamente el costo de cobro para los operadores. Un reporte de Visa muestra que las autoridades de tránsito gastan 3,5 veces más en el cobro físico en comparación a tarifas digitales.
  • Reduce costos gubernamentales de gestión de boleto e infraestructura.
  • Crea una mejor experiencia de viaje en términos del pago.

No por nada la Región Metropolitana sigue avanzando en términos de tecnología. Hace unos meses se implementó el pago con código QR.

Pero aún queda por avanzar para lograr una completa digitalización. Y aunque la inversión requiere de un esfuerzo importante tanto público como privado, los beneficios para todos los involucrados son innegables.

Espero que estos avances se traduzcan, por arrastre, en una transformación transversal de nuestro transporte público. Y no sólo en Santiago.