¿Es momento de vender?

Imagina que conseguimos una máquina del tiempo, que solo nos permite volver al pasado para invertir en una acción.

Volvemos al 1998 y compramos una acción que está a US$ 5.

Después de menos de dos años, la compañía crece 17 veces su valorización, y la acción vale US$ 85.

¿Venderías?

Supongamos que aguantaste. Lamentablemente, revienta la burbuja punto com y la valorización de nuestra querida compañía cae un 93%. El precio de la acción vuelve a US$ 6.

¿Venderías?

Ok, aguantaste la caída. Pasa el tiempo, y en 2015 la acción vale US$ 600, 100 veces lo que valió en su mínimo de 2001.

La rompiste, ganaste muchas veces tu inversión.

¿Venderías?

Si vendiste acá, aguantando todos estos vaivenes, seguro que estarías hiper feliz con el retorno.

La acción en cuestión no era inventada. Esta es nada menos que la historia de Amazon, hoy la quinta compañía más grande del mundo.

El final no tan feliz si hubieras vendido en 2015, es que te habrías perdido un 82% de la subida desde ese mínimo de 2001.

Este ejemplo, y el concepto de esta columna, lo tomé del último Memo de Howard Marks. Todos los créditos van para él. Si les interesa el tema, les recomiendo que lean su carta.

Después de este ejercicio, la gran pregunta es:  ¿cuándo vendo?

Vender porque sube

Muchas veces nos sorprendemos con las ganancias que nos entrega el mercado. Podemos rentar 10%-20%-50%-200% en períodos no tan largos.

Ahí surge nuestro miedo. Pensamos: “¿y si todo esto se va? voy a quedar como un idiota”. Evitamos a toda costa estos sentimientos de arrepentimiento y vergüenza.

Supongamos entonces que vendo. ¿Qué hago con mis ganancias?

Si las dejo bajo el colchón/cuenta corriente, voy a estar perdiendo día a día el valor de mis ahorros por culpa de la inflación.

Entonces, la invierto. Si vuelvo a invertir, ¿hice realmente la ganancia? Lo mismo que gané nuevamente está en riesgo. No cambia mucho con haber dejado todo invertido.

Quizás acá piensen “vendo, espero que caiga el mercado y ahí vuelvo a entrar”. Lamentablemente, la evidencia demuestra que somos muy muy malos para elegir el momento de entrar y de salir.

Charlie Munger, legendario inversionista y socio de Warren Buffett, comenta que vender esperando una caída nos expone a dos riesgos: primero, la caída puede no ocurrir, y nos perdimos esa subida. Segundo, si vendemos y cae, ¿cuándo entramos de nuevo?

Esto nos lleva al otro motivo por el cual vender.

Vender porque cae

La sicología financiera de nuevo nos juega una mala pasada. Es lo que lleva a que los mercados tengan burbujas y crisis.

En DVA, para evitar tomar decisiones basadas en nuestra intuición, tratamos lo más posible de basarnos en reglas. La disciplina es nuestra mejor aliada.

En el caso de las burbujas, vemos que las inversiones suben, y nos dan más ganas de invertir. En el caso contrario, vemos que empiezan a caer y nuestro cerebro instintivo nos dice “¡arranca!”.

Lamentablemente eso es exactamente lo contrario a lo que deberíamos pensar. Deberíamos invertir más a medida que la inversión está en un menor valor. Siempre y cuando confiemos en la tendencia del largo plazo de las inversiones.

Marks cuenta en su memo la siguiente película que él se imagina para un inversionista.

“El típico inversionista compra algo a $100. Si sube a $120, dice “parece que descubrí algo bueno, voy a invertir más”. Si llega a $150 dice “ahora si estoy confiado, voy a duplicar”.

Por el contrario, si cae a $90, dice “voy a aumentar un poco mi posición para bajar mi costo de compra promedio”. Pero si cae a $75, concluye que debería reconfirmar su tesis antes de seguir bajando su precio de compra. En $50, dice “voy a esperar que se tranquilice un poco antes de comprar más”. En $20 dice “parece que esto se va a cero, ¡sáquenme de aquí!”.

Si bien es una caricatura, me sentí plenamente identificado con esa forma de pensar. Hay que luchar contra nuestros instintos si queremos ser buenos inversionistas.

Entonces, ¿cuándo vendo?

Invertir de manera diversificada nos va a ahorrar muchos de estos dolores de cabeza. Las compañías pueden quebrar y tener movimientos importantes, mientras que los fondos e índices deberían aguantar de mejor manera estos movimientos.

Pero los índices y los fondos también pueden caer.

Marks habla de que cualquier inversión se tiene que ver de forma relativa en vez de forma absoluta. Dado que no vamos a dejar nuestra plata bajo el colchón, ¿qué haríamos con nuestra inversión si vendemos la actual?

Las dos consideraciones que son válidas para vender una inversión:

  • La tesis de inversión deja de ser válida, o perdemos la confianza en nuestras estimaciones.
  • Aparece otra inversión en la que tenemos más fe, en la que apuntemos a un mejor prospecto de riesgo retorno.

Si es que no cumplimos ninguna de esas condiciones, el llamado de Marks es a mantenerse invertido.

Dos últimas citas para explicar por qué vale la pena mantenerse invertido. Primero, para aprovechar el interés compuesto:

“Si pudiéramos invertir $1 hoy a la tasa de retorno histórica de 10,5% al año, crecería a $147 en 50 años. Alguien podría argumentar que el crecimiento económico será más lento en el futuro que lo que fue en el pasado, o de que no hay tantas oportunidades de inversión como antes. Sin embargo, incluso con un retorno de sólo 7% al año,  $1 invertidos hoy, se transformarían en $29 en 50 años. Entonces, alguien entrando a la adultez hoy tendría prácticamente garantizado un mejor futuro para cuando se retire si solamente se dedica a invertir y no interrumpe el proceso con trading.”

Y por último, Bill Miller explica en su “Carta de Mercado” del tercer trimestre del 2021 sus convicciones:

“En el período post-guerra, el mercado accionario de EEUU ha subido al rededor de un 70% de los años...probabilidades mucho peores que esa han hecho ricos a dueños de casinos. Sin embargo, la mayoría de los inversionistas tratan de adivinar el 30% del tiempo en el que las acciones caerán. O peor aún, intentan surfear las subidas y bajas trimestrales de los mercados. La mayoría de los retornos en las acciones se concentran en estallidos agudos comenzando en períodos de gran pesimismo o miedo, como vimos en la caída de la pandemia del 2020. Creemos que el tiempo, no el timing es la clave para generar riqueza en el mercado accionario.

Por nuestro lado, seguiremos invirtiendo disciplinadamente, confiados en el rendimiento a largo plazo del mercado.